Rosario Robles y su vida pública salpicada por los escándalos

Por La silla rota | Miércoles, Agosto 14, 2019

Semanas después de los videoescándalos de marzo de 2004 que casi acabaron con la carrera política de Rosario Robles, ella no renunció a salir a la calle. Discreta, se le veía en restaurantes caros, arreglada, ropa de marca, ya sin los conjuntos y lentes en el rostro, usados durante su breve mandato como jefa de gobierno de la Ciudad de México, a fines de 1999 y el 2000, cuando sustituyó a Cuauhtémoc Cárdenas, debido a que el ingeniero se fue a buscar la presidencia de México por tercera e infructuosa vez.

Cuatro años después de ser jefa de gobierno y luego de ser presidenta del Partido de la Revolución Democrática (PRD), su imagen había cambiado y lucía un cuerpo torneado por el ejercicio y vestía a la moda. Pero tras los videoescándalos se veía ensimismada y apenas sonreía.

Era reciente la tormenta política detonada por la difusión de videos en el programa de Brozo, donde su entonces pareja, el empresario Carlos Ahumada grabó el momento en que él mismo entregaba una bolsa de dinero a René Bejarano, exsecretario particular y operador político del entonces jefe de gobierno de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, y un video donde se ve al en aquellos días secretario de Finanzas capitalino, Gustavo Ponce, que apostaba dinero en Las Vegas. Pero no eran los únicos que aparecían en videos, también había un video de Carlos Imaz, entonces jefe delegacional de Tlalpan y que era esposo de Claudia Sheunbaum, recibir dinero de Ahumada.

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Robles, quien fuera considerada uno de los principales activos de la izquierda mexicana, quien apareciera en fotos con López Obrador y otros personajes de la izquierda con sonrisas para la cámara, se volvió una persona indeseable en el PRD. En el partido que presidió estaban enojados con ella, e incluso algunos dirigentes decían con desprecio que la crisis que vivía el partido se debía a que se enamoró.

Pero el tema de los videoescándalos no era la primera acusación que enfrentaba en su trayectoria por el cuestionable uso de recursos públicos.

Uno de los primeros temas fue el de otorgar en el 2000 un contrato millonario a Publicorp cuando fue jefa de gobierno de la Ciudad de México. Robles otorgó a la empresa de publicidad contratos sin licitar por 50 millones de pesos. Publicorp fue acusada de inflar los gastos hasta al triple. Robles, siendo ya dirigente del PRDnacional, fue exculpada en 2002 por la Contraloría capitalina, y en 2003, aun como presidenta del partido, volvió a contratar a la misma empresa a la que le otorgó un contrato por 300 millones de pesos en 2003, lo que le generó críticas al interior del partido, entre las cuales destacó la de Gerardo Fernández Noroña. 

Al detonarse los videoescándalos en marzo de 2004, López Obrador no le perdonó que se convirtiera en una pieza de la trama que buscaba descarrilar la candidatura del tabasqueño. Ahumada refiere en su libro Derecho de réplica que él animó a Robles a acercarse al expresidente Carlos Salinas de Gortari primero para que le ayudara a pagar parte de la deuda de 600 millones de pesos que tenía el PRD. Y cuando Ahumada –cuenta él mismo- vio que los contratos que tenía con el gobierno capitalino a cambio de financiar campañas no le iban a ser pagados por disposición de López Obrador y que además había la consigna de perseguirlo, es que ofreció los videos a quienes el tabasqueño llamó la mafia del poder, Salinas de Gortari y Diego Fernández de Cevallos.

El futuro de Robles como izquierdista había quedado segado por los videoescándalos, por su relación con Ahumada, que además abundó en su libro detalles sobre la relación entre ambos, como sus caros paseos, o cuando ambos visitaron al expresidente Carlos Salinas de Gortari y ella quedó fascinada con su biblioteca, y después, cuando el exmandatario le mostró sus bandas presidenciales, ella se emocionó y comentó que debía ser un gran honor y orgullo portar una. Entonces Salinas subió a una escalera para tomar la banda, bajó, la sacó y se la colocó y le dijo "te luce muy bien".

Expulsada del PRD, se alejó un par de años de la política y cuando volvió a la escena política lo hizo como consultora política. Fue hasta el gobierno de Felipe Calderón que junto con otras mujeres como la encuestadora María de las Heras, Ana Vázquez Colmenares y Laura Carrera crearon la consultora Sostén, Centro de Inteligencia, que comenzó a dar cursos de estrategia electoral a candidatas a puestos de elección popular.

La agencia Cimac entrevistó a Robles en 2007, y le preguntó cuáles planes tenía en la política, a lo que la experredista respondió que sólo buscaba enfocarse en Sostén y en sus participaciones en algunos medios de comunicación.

Pero entre esas consultas que Sostén daba, conoció al entonces gobernador del Estado de México Enrique Peña Nieto, a la postre presidente de México. Robles, previo a las elecciones de 2012 declaró que daría su apoyo a Peña Nieto, y el mexiquense, al llegar a la primera magistratura la llamó para encabezar la Secretaría de Desarrollo Social.

Era su regreso a la política, ahora con un gobierno emanado del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Quienes conocen las habilidades de la licenciada en economía vieron en el nombramiento la intención de Peña Nieto de aprovecharlas para que usara los programas sociales a favor del PRI.

Algo que pronto ocurrió.

En la elección para presidencias municipales de Veracruz de 2013, el Partido Acción Nacional (PAN) expuso el uso de programas sociales con fines electorales, entre ellos el programa estrella de dicha administración, la Cruzada Nacional contra el Hambre. El entonces dirigente nacional del PAN, Gustavo Madero incluso le envió una carta a Peña Nieto donde le pedía que Robles fuera separada de su cargo, ya que consideraba que ella era la responsable del mal uso de los programas sociales.

Las acusaciones contra la experredista continuaron y en la Cámara de Diputados las fracciones del PAN, el PRD y el partido del Trabajo solicitaron juicio político tanto contra la experredista como contra Javier Duarte, que por entonces gobernaba Veracruz.

La entonces titular de Sedesol lo que hizo fue despedir a siete funcionarios, entre ellos al delegado de la dependencia en la entidad, Ranulfo Márquez Hernández, y ella se mantuvo en su cargo, con el aval del presidente, que en un evento en Chiapas le dijo "Rosario, no te preocupes, hay que aguantar". 

Aunque Robles no se afilió al PRI, su acercamiento fue evidente cuando su hija, Mariana Moguel Robles encabezó al priismo en la capital, una gestión que poco aportó a cambiar la situación de declive del partido en la ciudad de México.

Ante los rumores de que había corrupción en la Sedesol, a fines de 2015 Peña Nieto removió a Robles de la Sedesol para enviarla a la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), desde donde se enfrentó a otro reto enorme en 2017. La reconstrucción de las casas dañadas por los sismos del 7 y 19 de septiembre que dejaron sin hogar a miles de personas, especialmente en Oaxaca y Chiapas.

Pese a que aseguró que las casas de los damnificados estarían listas en 2018, notas de diversos medios de comunicación han informado que un porcentaje alto aún no está listo, y la Auditoría Superior de la Federación ha reportado que las casas con daño parcial, alrededor de 110 mil, no tuvieron supervisión de sus reparaciones.

Fue precisamente la ASF la que mediante sus auditorías a la Sedesol y la operación de la Cruzada Nacional contra el Hambre, comenzó a develar la desviación de recursos mediante el uso de universidades de la que se acusa a Robles. El ex auditor Juan Manuel Portal en una entrevista con Televisa recordó que varias veces cuestionó a Robles sobre este mecanismo, pero que ella se justificaba diciendo que precisamente por eso era confiable, por tener la participación de las mejores universidades, pero Portal le replicaba que las universidades no estaban para eso.

Uno de los rasgos característicos de la gestión de Robles es que defendió siempre su labor y hasta alardeaba de ello. Desde el "Tengo las faldas bien puestas", dicho cuando fue jefa de gobierno, hasta la atención de los sismos, donde presumía que la autoconstrucción iba a empoderar a las mujeres jefas de familia y que sería una experiencia similar.

Incluso el citatorio de la Fiscalía General de la República no la intimidó e informó que acudiría y que daría la cara. El presidente López Obrador el 1 de agosto consideró que Robles era "un chivo expiatorio de los de mero arriba", lo que se interpretó como la posibilidad de que el proceso contra ella no sería tan duro.

Incluso el lunes 12 de agosto, cuando se reanudó su proceso que inició la semana pasada por el delito de ejercicio indebido del servicio público, se mostró con seguridad.

"Confío plenamente en la autonomía del Poder Judicial, por eso estoy aquí como siempre y como siempre se los he dicho, con las faldas bien puestas, tomando el toro por los cuernos y dando la cara, aquí estoy", dijo a medios de comunicación a su llegada a las instalaciones del reclusorio Sur.

Pero en esta ocasión, fue detenida por ejercicio indebido del servicio público y pasará por lo menos dos meses en el reclusorio Santa Martha Acatitla. Un escenario con el que no contaba la exsecretaria de Estado, según reconocieron sus abogados.

Con información de La Silla Rota